"LA ESCALERA DE MARMOL".......

Es posible que una parte de la casa de la infancia se vuelva tan importante?
Supe por mis padres, ya de grande, que un arquitecto extranjero, para lograr el descanso exacto en las subidas y bajadas, la tiró tres veces… Ella fue testigo esencial para mi, el escenario de realidades que mi madre, con firmeza, sostenía que eran sueños… Pero a finales de mi adolescencia, gracias a un trabajo que comenzó con Anita, uno de los seres que más respeto, escucho y amo, pude separar cuales son los sueños y qué es la realidad, por dolorosa que esta sea, a través de su método, que es hoy el que yo uso para enseñar teatro… Y todo va y viene, y como nada es porque sí, el método que usamos para trabajar con la verdad es la ensoñación, que loco!! porque a mí lo que más me cuesta es dormir...
Las escenas vienen a mi memoria en sepia o en blanco y negro, son como videoclips pero sin música, sólo algunas palabras clave o algún grito aterrador irrumpen el silencio…
Los gemidos de una vieja con una cabellera larga y muy blanca, de piel plena en arrugas por sus casi 90 (esos noventa de las abuelas de antes) parada desde arriba de esa escalera mirándome fijo, mientras yo subía acercándome a ella y me daba cuenta por zonas (como por sus dos largas tetas y un bello largo y blanco entre sus piernas) que estaba desnuda… es lo primero que recuerdo más cercano a una mujer desnuda, que ya no me reconocía como su nieto… Yo tenía sólo siete u ocho y hasta pocos días antes me contaba de España, de los manzanos, de que eran nueve hermanas … su pelo recogido con peinetas la hacían parecer de cuento.
Otra fue la escena de su marido, mi abuelo, los papás de mi papá, el primer amor- odio más fuerte que conocí… pero él estaba abajo, al pie de esa escalera, en un charco de sangre, y hubo que llamar a una ambulancia: su hijo lo había tirado durante una de esas discusiones nocturnas, de esas que me afirmaban no eran reales…
Mi madre que la subía y la bajaba también de noche, en la época en que las pastillas no la dejaban ni dormir ni adelgazar… sus pies descalzos lograban un sonido particular, que sólo produce el pie descalzo en la noche…
Yo estaba arriba sobre esa misma escalera, cuando finalmente una tarde gris de invierno, casi nocturna, dos mujeres de negro se la llevaron, y ví esas tres espaldas que se alejaban con mamá en el medio sostenida de sus brazos… La duda de si volvería a verla me partía el corazón, y me dejaba con otra duda, respecto de si me quería o no… Pero para ese entonces ya había aprendido a llorar en silencio, para no agregar a la situación más drama, y no ser un problema más. A lo mejor mi llanto o mi descarga, consistió en hacerme pis en la cama hasta los once.
En esos escalones logré acostarme boca abajo, justo en el centro y en la mitad, y mi hermana al verme (yo no sabía que ella saldría en ese momento de su cuarto, en realidad estaba esperando a una amiga de ella que quería que me quisiera) tuvo su primer ataque de epilepsia psíquica y, con espuma en su boca, también se la llevaron… Una enfermedad que después de parir a su hijo volvió, y junto con la cocaína y las pastillas para adelgazar, la dejaron en el asilo que hoy la contiene… ella tampoco me reconoce, aunque me acerque mucho.
También debajo de esa escalera me besé con Ignacio, un primerísimo novio, teníamos cinco y el flequillo igual a los Beatles, y luego, en cada escalón, hacíamos correr nuestros autos, esos que primero se empujan hacia atrás para que salgan hacia adelante con sirena incluida…
Y junto a John y Sharon, mi primer triángulo amoroso, bajamos por sus escalones con toallones en la cabeza en forma de tocados y vestidos con largas cortinas de tul, que me hacían sentir “Sisi Emperatriz”. Si, desde el vamos estuve entre Mendoza y San Juan, pero siempre en el amor… Lo físico tenía un candado, y la llave la tenía papá, pero ese es otro cuento…
Lo que alivia hoy mis voces interiores del pasado y las del presente es esta nueva escalera que ahora hay en mi vida… me calma y me incentiva a seguir subiendo, y aunque me acompañan los recuerdos, más claros y nítidos por momentos, no me paralizan… muy por el contrario, me llenan de fuerza para sostenerme en mi nuevo equilibrio, y de ganas y de amor por lo que vendrá.




Te extraño


Me desperté con una extraña sensación emocional !!! estaban el sol y el cielo despejados… cómo amo el cielo al abrir el ventanal de mi cuarto de un décimo piso con una vista increíble!! y de pronto se mezcló en mi interior el jardín de mamá y papá, tan amado por mí en mi infancia, donde descubrí que los farolitos, esas flores amarillas o rojas o naranjas, son hadas vestidas de largo para ir al baile !!!!! donde el aroma del cedro azul acompañó más de un desayuno en el verano, donde jugué por primera vez con John y Sharon, mis vecinos irlandeses que fueron mis primeros novios, mi primer triangulo amoroso… y mamá y su olor a café recién molido, a tostada de pan blanco, al “Bubu”, que era mi taza enorme de café con leche… nos despertábamos juntos, antes que los demás, y ese rato solos, cómplices, mejores amigos, era tan nuestro, irremplazable… pero hoy que la vida te llevo de viaje, que me será imposible contarte cómo estoy y qué es de mi vida, cuidarte y darte un abrazo hasta que me digas: “aaaayyy!!!!! Salí!!”… Hay amores que matan. Te extraño y siento en la memoria de mi cuerpo que hoy te fuiste de mi vida, y quiero agradecerte todo el amor y la sabiduría que compartimos para sobrevivir a tanto dolor… y sólo vos sabes de que estoy hablando, mamá !!!!!!!!!!!